lunes, 6 de julio de 2020

Sinfonía de paisaje invernal


ALLEGRO Y LUZ

Brilla la Tierra en el Cosmos,
Plateada, azulina, perla” (*)


Basta mirar a mi alrededor para dar cuenta, ver, sentir el paisaje; sus cambios, su transformación. Esos ciclos de vida expresados en la naturaleza. Brotar, florecer, madurar, marchitar. Ritmo cíclico en el cual yo estoy inmersa. Dialogando macrocosmos y microcosmos.
Con la llegada del invierno, los días comienzan un nuevo ciclo de duración haciéndose progresivamente cada vez más largos, el sol nos ilumina y calienta de una forma menos directa. Los árboles casi sin hojas  concentran su mayor actividad en la raíz. En la interioridad de la tierra es donde se expresan los procesos de crecimiento, fortalecimiento y transformación.

La antroposofía trae la idea de la Tierra como un organismo vivo. En vínculo con las estaciones del año, producto de la relación entre el sol y la Tierra. El ritmo anual  propicia la expresión del alma de la Tierra  en un proceso semejante al de la respiración. Inspiración y espiración que sucede alternativamente entre el solsticio de invierno y el de verano. 



ADAGIO Y SILENCIO

Noche profunda de invierno
vigila atenta mi estrella.
¿Cómo callan los cristales
Si la Tierra está despierta?” (*)


El paisaje invernal, quieto en el afuera y vivo en su interioridad. Esta vivencia del cosmos se expresa en nuestro interior. La mirada hacia adentro buscando iluminar aquello que será próspero en la nueva primavera.

Silencio. La fuerza de la palabra se expresa cuando logro acallar el sonido. Hacer silencio en mi interior para poder dar cuenta de ese sonido espiritual que quiere manifestar lo que es necesario iluminar en mí. Hacer un ayuno de palabras que purifiquen mis pensamientos envejecidos y quietos. Que vivifiquen la posibilidad de la pregunta que me interpele. Es en este ejercicio del silencio audible en el que dialogan mis certezas y lo que está en gestación como posibilidad de cambio. Esto es posible si abro mi oído espiritual y acallo mi oído físico.

Este tiempo de introspección, de búsqueda interior implica en cierto sentido componer una melodía nueva ensordecidos al mundo físico y abiertos al mundo espiritual. Ahora, escuchando la novena sinfonía de Beethoven, recuerdo el gran milagro de la música. Sabiéndola sonido espiritual. ¿Cómo fue posible que Beethoven haya compuesto esta sinfonía completamente sordo? Tuvo la capacidad inmensa de plasmar en lo físico ideas musicales que pertenecen al mundo espiritual. La vivencia del sonido, del tono musical, de las armonías va más allá de lo audible. Es una vivencia de escucha interior que luego se manifiesta en lo físico cuando las condiciones son favorables permitiendo su expresión. Este gran compositor estaba inmerso  en un sentir, pensar y moverse desde un lugar musical que pudo prescindir del oído físico para poder componer una nueva melodía.

En la oscuridad del afuera, en el silencio exterior, puedo disponerme a
escuchar con oídos espirituales. Escucha que implica una disposición, voluntad, ejercicio y coraje. La palabra se compone en el silencio, en plena escucha interior y abierta al mundo espiritual. Entonces podré tener la certeza de que el inmenso cielo invernal, de que los cristales en las profundidades no callan. La convicción de que puedo oír sus sonidos que componen mi paisaje interior y lo nutren.


SCHERZO DE MELODÍAS ETERNAS

No callan, cantan silenciosos
melodías eternas” (*)


El gran suceso ocurre en lo inaudible. El sonido musical sucede en lo que no escucho, en el movimiento interior, en el encuentro entre las notas y las armonías. ¿Cuál es la melodía que se manifiesta en este tiempo? ¿Cuál es mi disposición para escucharla? Para discernir es necesario entregarse a la quietud interior, sin juicios previos, sino abierta a lo que ha de proponerse como posibilidad, como idea que ilumina aquello que, en el trajinar de los días, es velado por la velocidad de los sucesos. Entregarme a la quietud que este tiempo invernal expresa para dar cuenta de lo que es vital y esencial. En palabras de Steiner : “Procura reservarte momentos de quietud interior, aprendiendo a discernir lo esencial de lo no esencial” (GA 232).

A lo largo de la historia las fiestas anuales invitan a realizar este alto dando cuenta de los momentos y su cualidad; del ritmo vital por el cual transitamos. Cuando en nuestra escuela se vive la Fiesta de la Luz un hermoso espiral de ramas y hojas, en un ambiente apenas iluminado en la más profunda oscuridad, invita a transitar hacia el centro. Cada quien con su vela que encenderá al llegar a la luz interior que porta un velón encendido. Para luego regresar cuidando su destello que ilumine el camino. Este acto implica el coraje de ir paso a paso. La certeza de ir hacia la luz que brilla en la interioridad. Este es un camino que los niños y las niñas realizan por su propio andar sabiéndose acompañados. Este acompañamiento se manifiesta en canciones o en el silencio paciente de quien sabe y confía en las posibilidades. Con valor no sólo emprende el camino de regreso sino que esa luz es ahora, junto a otras, claridad. Claridad que es posible con la lucecita interior de cada uno y cada una que con valor se manifiesta.


ODA A LA ALEGRÍA DE UNA PRÓXIMA PRIMAVERA

En lo profundo del frío
Un nuevo calor se gesta,
Será fiesta de las aves,
Será nuestra primavera.” (*)

En esta época del año, el frío, invita a encender una fogata. ¿Qué es lo significativo del fuego? Es un proceso de transformación. Acontecer pleno de vida. Transformación de lo que queremos soltar para que en el calor de nuestro interior se geste lo nuevo. El fuego también invita a reunirse a su alrededor. Tiene en este sentido un acontecer comunitario. Es como si trajese esa capacidad de mantenernos vinculados, experiencia que tiene sentido si nos disponemos a alimentar ese fuego que convoca para que se mantenga vivo.

Ya en el final de este relato expreso la certeza de saber que lo que yo con valor afronto en mi proceso de crecimiento: nutre, sana y transforma el entorno social con el que convivo. Y que soy nutrida, sanada y transformada por el coraje de quienes a mi lado afrontan su propio camino de crecimiento. Esto es lo que se manifestará en el esplendor de nuestra primavera. Lo que compone nuestra sinfonía como escuela. Lo que hace de nuestras vidas una fiesta.

En la quietud de este gran silencio algo nuevo se está gestando.


Judith Jorgelina Molina
(*) Poema de Paula Fernandez

Brilla la Tierra en el Cosmos,
plateada, azulina, perla.
Noche profunda de invierno
vigila atenta mi estrella.
¿Cómo callan los cristales
Si la Tierra está despierta?
No callan, cantan silenciosos
melodías eternas.
En lo profundo del frío
Un nuevo calor se gesta,
Será fiesta de las aves,
Será nuestra primavera.



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