Rocío Bottero

Hola queridas familias de la Lumbrera: 
Mi nombre es Rocio Bottero, comencé este año como maestra de arte en la escuela. Quiero contarles que desde el momento en que conocí la escuela me sentí convocada por la belleza del espacio y la calidez de la comunidad de docentes y niños. 
Estudié en un profesorado de Artes Visuales recibiéndome en las especialidades pintura y dibujo. En el presente estoy transitando mi último cuarto año de formación de Arteterapia antroposófica en Centro Vertical. 
En cuanto a la pedagogía Waldorf puedo decir como exalumna, que recuerdo ese tiempo como un entorno sumamente especial y acogedor. Ahora como adulta y docente voy aprendiendo y reconociendo el por qué de muchos detalles que en aquel entonces me parecían naturales.
“La Antroposofía es un sendero de autoconocimiento 
que quisiera conducir lo espiritual en el hombre a lo espiritual en el universo.” Rudolf Steiner 
Entiendo que la pedagogía Waldorf se sustenta en una mirada abarcadora del ser humano, como un ser integrado, no solo físico, sino también anímico y espiritual. Si bien hoy me toca hablar de la materia de arte en la pedagogía Waldorf, creo que es importante tener conciencia de ese fundamento que la sostiene. El arte visual tiene un espacio importante en todos los ámbitos de la escuela, en las paredes de las aulas hermosamente pintadas con veladuras de color, en las dedicadas pinturas con tiza en los pizarrones, en las guardas y representaciones de los cuadernos, en los colores de las túnicas de euritmia, está integrado a todas las vivencias del niño. 
¿Qué nos imaginamos cuando pensamos en una clase de arte en la escuela? Si bien a lo largo de la escolaridad se abordan distintas técnicas, hay dos técnicas principales en la currícula de arte Waldorf: la pintura en acuarela y el modelado con arcilla. 
En los primeros grados de la primaria, la pintura es un medio para presentar a los niños las cualidades del color. Esto se realiza con los cuentos de colores en los que el niño escucha el relato de una breve historia, donde los personajes mismos son los colores. La maestra o maestro puede contar sobre un día en que el bullicioso rojo apareció sobre la esponjosa y blanca nube (hoja), cómo el amarillo saltó de sorpresa y alegría y el azul se deslizó silenciosamente para contemplar lo que sucedía con cautela. La acuarela propicia que el color fluya y se distienda en la superficie húmeda de la hoja. El niño aprende con cierta facilidad a manejar la mancha de color con el pincel sobre el papel húmedo, lo que le da un sentimiento de espacio y de respiro. Entra en un mundo nuevo y sin fronteras, su interior se amplía y se transforma. La vivencia anímica del color como ser es riqueza para el alma. Aun en los siguientes años, cuando se irán conquistando las formas de la naturaleza dentro de la pintura misma y se irán acompañando con bellas imágenes los relatos y vivencias 
correspondientes a las épocas, el docente sigue considerando las cualidades de cada color y cómo estos actúan en el niño. 
La otra técnica principal es el modelado en arcilla. Se le ofrece al niño la posibilidad de vincularse con la tierra, esa tierra que nos sostiene y es nuestra casa. La arcilla nos lleva al plano de lo tangible, a la materia. Esta nos permite crear como crea la naturaleza, vivenciar la metamorfosis, el niño puede ir transformando con sus manos el barro hasta lograr el preciado animalito, ser humano o casita. La imaginación y lo palpable se unen y dialogan en la vivencia del niño. 
 ̈El arte es capaz de reunir en sí la luz del universo. Pero el arte también es capaz de darle el brillo de la luz a todo lo terrenal-material. ̈ 
( ̈Pedagogía y arte ̈ , Conferencia de Rudolf Steiner, Stuttgart 25/3/1923) 

Un cálido abrazo,
Rocio

La esperanza de la Primavera