Sinfonía
de paisaje invernal
ALLEGRO
Y LUZ
“Brilla
la Tierra en el Cosmos,
Plateada,
azulina, perla” (*)
Basta
mirar a mi alrededor para dar cuenta, ver, sentir el paisaje; sus
cambios, su transformación. Esos ciclos de vida expresados en la
naturaleza. Brotar, florecer, madurar, marchitar. Ritmo cíclico en
el cual yo estoy inmersa. Dialogando macrocosmos y microcosmos.
Con
la llegada del invierno, los días comienzan un nuevo ciclo de
duración haciéndose progresivamente cada vez más largos, el sol
nos ilumina y calienta de una forma menos directa. Los árboles casi
sin hojas concentran su mayor actividad en la raíz. En la
interioridad de la tierra es donde se expresan los procesos de
crecimiento, fortalecimiento y transformación.
La
antroposofía trae la idea de la Tierra como un organismo vivo. En
vínculo con las estaciones del año, producto de la relación entre
el sol y la Tierra. El ritmo anual propicia la expresión
del alma de la Tierra en un proceso semejante al de la
respiración. Inspiración y espiración que sucede alternativamente
entre el solsticio de invierno y el de verano.
ADAGIO
Y SILENCIO
“Noche
profunda de invierno
vigila
atenta mi estrella.
¿Cómo
callan los cristales
Si
la Tierra está despierta?” (*)
El
paisaje invernal, quieto en el afuera y vivo en su interioridad.
Esta vivencia del cosmos se expresa en nuestro interior. La mirada
hacia adentro buscando iluminar aquello que será próspero en la
nueva primavera.
Silencio.
La fuerza de la palabra se expresa cuando logro acallar el sonido.
Hacer silencio en mi interior para poder dar cuenta de ese sonido
espiritual que quiere manifestar lo que es necesario iluminar en mí.
Hacer un ayuno de palabras que purifiquen mis pensamientos
envejecidos y quietos. Que vivifiquen la posibilidad de la pregunta
que me interpele. Es en este ejercicio del silencio audible en el que
dialogan mis certezas y lo que está en gestación como posibilidad
de cambio. Esto es posible si abro mi oído espiritual y acallo mi
oído físico.
Este
tiempo de introspección, de búsqueda interior implica en cierto
sentido componer una melodía nueva ensordecidos al mundo físico y
abiertos al mundo espiritual. Ahora, escuchando la novena sinfonía
de Beethoven, recuerdo el gran milagro de la música. Sabiéndola
sonido espiritual. ¿Cómo fue posible que Beethoven haya compuesto
esta sinfonía completamente sordo? Tuvo la capacidad inmensa de
plasmar en lo físico ideas musicales que pertenecen al mundo
espiritual. La vivencia del sonido, del tono musical, de las armonías
va más allá de lo audible. Es una vivencia de escucha interior que
luego se manifiesta en lo físico cuando las condiciones son
favorables permitiendo su expresión. Este gran compositor estaba
inmerso en un sentir, pensar y moverse desde un lugar musical
que pudo prescindir del oído físico para poder componer una nueva
melodía.
En
la oscuridad del afuera, en el silencio exterior, puedo disponerme a
escuchar
con oídos espirituales. Escucha que implica una disposición,
voluntad, ejercicio y coraje. La palabra se compone en el silencio,
en plena escucha interior y abierta al mundo espiritual. Entonces
podré tener la certeza de que el inmenso cielo invernal, de que los
cristales en las profundidades no callan. La convicción de que puedo
oír sus sonidos que componen mi paisaje interior y lo nutren.
SCHERZO
DE MELODÍAS ETERNAS
“No
callan, cantan silenciosos
melodías
eternas” (*)
El
gran suceso ocurre en lo inaudible. El sonido musical sucede en lo
que no escucho, en el movimiento interior, en el encuentro entre las
notas y las armonías. ¿Cuál es la melodía que se manifiesta en
este tiempo? ¿Cuál es mi disposición para escucharla? Para
discernir es necesario entregarse a la quietud interior, sin juicios
previos, sino abierta a lo que ha de proponerse como posibilidad,
como idea que ilumina aquello que, en el trajinar de los días, es
velado por la velocidad de los sucesos. Entregarme a la quietud que
este tiempo invernal expresa para dar cuenta de lo que es vital y
esencial. En palabras de Steiner : “Procura
reservarte momentos de quietud interior, aprendiendo a discernir lo
esencial de lo no esencial” (GA 232).
A
lo largo de la historia las fiestas anuales invitan a realizar este
alto dando cuenta de los momentos y su cualidad; del ritmo vital por
el cual transitamos. Cuando en nuestra escuela se vive la Fiesta de
la Luz un hermoso espiral de ramas y hojas, en un ambiente apenas
iluminado en la más profunda oscuridad, invita a transitar hacia el
centro. Cada quien con su vela que encenderá al llegar a la luz
interior que porta un velón encendido. Para luego regresar cuidando
su destello que ilumine el camino. Este acto implica el coraje de ir
paso a paso. La certeza de ir hacia la luz que brilla en la
interioridad. Este es un camino que los niños y las niñas realizan
por su propio andar sabiéndose acompañados. Este acompañamiento se
manifiesta en canciones o en el silencio paciente de quien sabe y
confía en las posibilidades. Con valor no sólo emprende el camino
de regreso sino que esa luz es ahora, junto a otras, claridad.
Claridad que es posible con la lucecita interior de cada uno y cada
una que con valor se manifiesta.
ODA
A LA ALEGRÍA DE UNA PRÓXIMA PRIMAVERA
“En
lo profundo del frío
Un
nuevo calor se gesta,
Será
fiesta de las aves,
Será
nuestra primavera.” (*)
En
esta época del año, el frío, invita a encender una fogata. ¿Qué
es lo significativo del fuego? Es un proceso de transformación.
Acontecer pleno de vida. Transformación de lo que queremos soltar
para que en el calor de nuestro interior se geste lo nuevo. El fuego
también invita a reunirse a su alrededor. Tiene en este sentido un
acontecer comunitario. Es como si trajese esa capacidad de
mantenernos vinculados, experiencia que tiene sentido si nos
disponemos a alimentar ese fuego que convoca para que se mantenga
vivo.
Ya
en el final de este relato expreso la certeza de saber que lo que yo
con valor afronto en mi proceso de crecimiento: nutre, sana y
transforma el entorno social con el que convivo. Y que soy nutrida,
sanada y transformada por el coraje de quienes a mi lado afrontan su
propio camino de crecimiento. Esto es lo que se manifestará en el
esplendor de nuestra primavera. Lo que compone nuestra sinfonía como
escuela. Lo que hace de nuestras vidas una fiesta.
En
la quietud de este gran silencio algo nuevo se está gestando.
Judith
Jorgelina Molina
(*)
Poema de Paula Fernandez
Brilla
la Tierra en el Cosmos,
plateada,
azulina, perla.
Noche
profunda de invierno
vigila
atenta mi estrella.
¿Cómo
callan los cristales
Si
la Tierra está despierta?
No
callan, cantan silenciosos
melodías
eternas.
En
lo profundo del frío
Un
nuevo calor se gesta,
Será
fiesta de las aves,
Será
nuestra primavera.